Un segundo primer paso
Sobre cómo me di una segunda oportunidad y me descubrí atada a mi esencia.
He vuelto a mi lugar seguro. Donde el corazón y la mente se cruzan. Donde la inspiración brota y los pensamientos llueven a cantaros revoloteando como aves antes de dormir, preparándose para la noche, momento en que se me ocurrieron estas letras.
Dispersas estaban las voces en mi cabeza, viviendo un montón de cosas, arrebatándome el tiempo y hundiendo la seguridad que necesitaba para escribir.
Las ideas me agitaban como arena movediza entre tormentas y no sabía si dejarme llevar, buscando el momento perfecto terminé en un horario incierto.
Y a pesar de todo he vuelto.
Porque una siempre vuelve a donde es feliz, porque si una vez nos rendimos hacia algo de cierta forma nos atamos a ello.
Cuando al hacer una actividad nos encontramos en ese estado de “flow” y vivimos en nuestro elemento, hay una energía que cual imán, hace que sea inevitable volver.
Escribir me vuelve loca, a la vez que me sana. Es mi mejor terapia. Leer es mi buena adicción, mi vicio cabal; me sacude la cordura para volver a caer en el consultorio de la escritura.
No pude evitar desvelarme un poco más para escribir esto así como no pude evitar volver aquí.
Alguien me dijo que dejar de ser constante puede pesar más que desvelarte una vez para no romper el hábito.
Entre todo este vaivén, muchas letras han llegado a mí y he canalizado algunos textos que más vale compartir.
A veces le pienso mucho para compartir algo, pero cuando lo hago de forma espontánea y en el instante en que surge en mí me ha pasado que era justo ese momento en el que alguien necesitaba escucharlo y amo que me lo hagan saber porque eso me confirma que todo llega en el tiempo justo y por una razón.
Hay ocasiones en las que creo que sólo escribo para entenderme a mí, pero todos estamos conectados y hay sincronizaciones en el mundo que nos hacen reconocer que el mensaje que nos llega con la inspiración puede ser por y para el mundo.
Por eso creo que hay que vaciar el pensamiento, soltar la mano al escribir, ir más allá del tiempo y el espacio… y publicar.
Recuerdo cuando una vez tuve que escribir a mano en un camión (algo le había pasado a mi celular), fue toda una experiencia pero sentía que no podía esperar a llegar a casa. Un rato después le hice llegar ese texto a una persona cercana que sintió que estaba escrito para ella. Pero esa no había sido mi principal intención, no sabía para qué o para quién estaba escribiendo, sólo sabía que necesitaba hacerlo.
Por eso y más, hoy me doy una segunda oportunidad. Hoy soy una persona diferente a la que empezó este newsletter, pero mi esencia y amor por la escritura permanece.
Me quiero casar con ella, me quiero comprometer por amor a la escritura porque es lo que más me llena, porque la constancia de riego y la creatividad como sol que hace brillar todo cuanto toca, es precisamente lo que hace crecer las plantas de los sueños y nunca hay que dejar morir lo que realmente nos alimenta el alma.
Si dejas de hacer lo que amas te marchitas. Si amas con miedo no puedes amar de verdad.
Y por eso hoy suelto el miedo. Miedo a ser juzgada, miedo a no ser leída, miedo a no ser suficiente, miedo al error, miedo a que la inspiración me agarre en curva y me obligue a perder la noción del tiempo, miedo al rechazo, miedo a ser yo.
La inspiración ya no tiene que tocar la puerta porque de ahora en adelante siempre estará abierta.
A partir de hoy, me permito dar un segundo primer paso, y que pase lo que tenga que pasar.
Si has llegado hasta aquí, me encantaría saber tu opinión. ¿Qué opinas de las segundas oportunidades? ¿Alguna vez te has desviado de tu camino como escritor o con cualquier otro propósito? ¡Gracias por tomar conmigo esta dosis de letras!♥
Primero que nada, agradecerte por dejarnos ver ese segundo primer paso. Me pusiste la piel chinita cuando me sentí así al recuperar mi voz auténtica a través de la escritura (una voz que guardé muchos años).
Sigue nutriendo tu alma con esa pasión. 👏
Que hermoso este post. Me encantó todo. Contestando tu pregunta, Creo que muchas veces pensé que me había desviado del camino, pero ahora siento que los devíos eran necesarios.